Conozco a Esther desde hace muchos años, es una persona encantadora, con una sonrisa que consigue parar el tiempo y los problemas, os lo aseguro. Cuando me escribió que se había enamorado y que marchaba a USA con su chico, no me lo podía creer. Pero todos los que conocen a Esther, saben que ella siempre lucha hasta el final, en la amistad o en el amor, eso no importa. La verdad es que tenía mucha curiosidad por conocer a ese chico del que había escuchado hablar cosas increíbles, y no miento si digo que se quedaban cortos.
Alejandro es un muchacho excepcional, de esos con los que se hace fácil hablar, alegre y que mira a su futura mujer como si detrás de ella, no hubiera nada. Cuando eres fotógrafo de boda y te toca enfrentarte a una preboda, siempre es complicado, porque son los primeros compases de una pareja ante la cámara, porque todos tenemos miedo a ser fotografiados, pero hay en ocasiones que todo fluye, todo conecta, os puedo decir con certeza que mi trabajo fue verdaderamente fácil el otro día, fue un verdadero gustazo disparar mientras ellos se miraban, se abrazaban y se sonreían como si fuera la primera vez que estaban solos recién enamorados, no mentiría si dijera que en muchos momentos, se olvidaron por competo de que estábamos Luca y yo ahi con ellos.
No me extiendo más, os dejo con la preboda en pleno corazón de nuestro amado Pirineo, os dejo con Esther y Alex, ahora os toca disfrutar a vosotros.